Fueron los conquistadores de las islas quienes, llegados a Tenerife a mediados del siglo XV, trajeron tradiciones ligadas con las fiestas del Carnaval, que se celebraban también en todos los dominios de la Corona. Fue el comienzo de una fiesta ya centenaria que forma parte de la vida de los habitantes de las islas. Carnaval que ha resistido el paso de los años, con alguna que otra ausencia (tras la caída de la Segunda República y el comienzo de la Guerra Civil Española (1936-1939), se veta el carnaval), muchos años de clandestinidad (a partir de 1945, los tinerfeños comienzan a celebrar el Carnaval de forma clandestina en sus casas, aunque tanto las autoridades civiles como el Clero siguen prohibiendo su celebración) y un hasta un “seudónimo” (regresa a las calles con la denominación de Fiestas de invierno) El nombre de Fiestas de Invierno se mantuvo hasta 1976, año en que de nuevo, y ya sin las censuras que caracterizaron la dictadura franquista, adoptaron la denominación de Carnaval.
Esta reseña no viene más que a resaltar la importancia del carnaval y la relevancia vital y cultural que tiene. Todo un acontecimiento que revoluciona la isla cada año allá por febrero.